Hoy es habitual en la vida laboral que personas que están con trabajos activos, estén cotidianamente “mirando para los costados”, interesadas en buscar nuevas oportunidades u horizontes profesionales.

Esta situación puede darse por muchas razones: no encontrarse a gusto con las tareas, no  llevarse bien con su superior inmediato,  buscar mayor “work life balance”, no tener posibilidad de crecimiento “llegué a mi techo”  y muchas otras razones. Claro está que la más habitual continúa siendo que su salario está por debajo de lo que consideran, deberían ganar. Aquí  es donde se da inicio a un arma de doble filo: buscar trabajo y así, abrir la puerta para una contraoferta interna.

¿Pero qué pasaría si supieran que el 85%  de las personas que aceptan una contraoferta laboral interna terminan igualmente cambiando de trabajo dentro de los 18 meses posteriores a su aceptación, ya sea por renuncia o porque resultan despedidos? 

Un 20% más de aumento en su salario no suele suplir las tareas rutinarias y lo poco desafiado que uno puede sentirse en la posición actual. Tampoco un 25% de incremento va a mejorar la mala relación que tenga con su jefe. Entonces, ¿por qué esperar que la empresa cambie su cultura laboral sólo por aceptar una contra oferta? Ganar algo más de dinero, suele ser un pensamiento cortoplacista, ya que todo lo anterior seguirá sucediendo, incluso con creces.

Por otro lado, de tomarse la decisión de enviar CV´s y postularse a determinada posición que cuadre con el perfil y con lo que se busca, debe saberse que es probable que uno sea invitado a participar en un proceso de selección, y eso significa que es probable llegar a la etapa final y que se haga una oferta formal. Si esto sucede hay que saber que es algo serio y que el mercado laboral es chico, por lo cual, siempre hay que tener cuidado con la forma de proceder.

Hay que ser honestos y directos, tener claro y saber transmitir las razones reales por las cuales se busca un cambio, no mentir con las aspiraciones salariales, y por sobre todas las cosas, no utilizar la participación en un proceso de selección como arma fundamental para obtener una contra oferta en el trabajo actual. Esto no implica que en algunas ocasiones uno sea llamado para participar de un proceso y, desde el momento inicial, abra la puerta a cuál sería la reacción de su empleado actual.

Existen muchas razones por la cual la contraoferta puede ser una solución de corto plazo, me tomo el atrevimiento de enumerar algunas:

·         El hecho de aceptar y/o recibir una oferta a un nuevo empleo y cambiar después de decisión utilizándolo como ¨arma¨ es sin duda una  mala  práctica profesional, abriendo la posibilidad de que sean cuestionados los valores éticos y profesionales; pudiendo afectar esto la reputación de uno. Hoy en día la marca personal y la valoración de ésta en el mercado marcarán muchas de las oportunidades de éxito.

·         La primera pregunta debería ser: ¿Por qué ofrece esto ahora cuando desde hace tiempo lo vengo planteando? Si se acepta una contra oferta debe pensarse cómo será en el largo plazo y si realmente las cosas cambiarán. Cuando un recurso es valorado los cambios surgen solos, y en el peor de casos ante su petición, pero el recibir una contra oferta no debe hacer sentir a alguien más importante y/o valioso, ya que los jefes no lo sentirán así.

·         Cuando un empleador emite una contraoferta laboral, muchas veces, lo hace  - entre otros motivos - porque resulta que es más fácil mantener a un empleado ya capacitado que empezar un proceso de reclutamiento que le puede consumir tiempo, dinero y capacitación al nuevo recurso. No necesariamente significa que siente que “perdió” un profesional. 

·         Hay que tener en cuenta que al decidirse por un proceso de selección, y resulta uno ser el candidato, hacen una oferta y se rechaza porque se consiguió la contra oferta en el empleo actual, será muy difícil que vuelvan a considerar a la persona en el futuro, y de nuevo, se estará cerrando una puerta en un mercado muy pequeño. La buena relación debe mantenerse con las consultoras de RR.HH y Head Hunters ya que puede ser muy beneficioso en el corto, mediano y/o largo plazo.

·         En el caso de que la empresa contra oferte es importante pensar en cuáles son las principales motivaciones personales y no laborales para el cambio, y decidir si con esa contraoferta se tienen todas las garantías de que quedan cubiertas las expectativas.

·         En el 90% de los casos es una decisión económica. Nunca hay que dejar que esto socave el perfil y experiencia profesional, si se obtuvo una nueva oferta laboral que además de crecer en salario, significa un nuevo desafío, nuevas responsabilidades, nueva cultura y nuevo equipo, un 15 o 20% arriba de la misma no va a complementar lo otro, al menos, no en el largo plazo. Por lo cual no hay que temer a las tareas que aplicaste, por algo uno fue elegido.

·         Es destacable y se valora el salir de la  zona de confort, si se tiene la suerte de recibir una propuesta laboral que te significa un crecimiento. Reflexionar sobre el tiempo que se está en una misma posición y en la misma empresa, cuántas veces se luchó  por conseguir un cambio, cuántas veces uno planteó un aumento y/o un cambio de posición que nunca vino.

Así como no están bien visto aquellos perfiles que rotan año a año en sus puestos laborales, tampoco es una buena señal aquellos que permanecen toda su vida en el mismo (salvo casos puntuales). Está en la naturaleza humana buscar un crecimiento, conocer algo nuevo, aprender nuevas tareas, es decir sentir el desafío y salir de la zona de confort.

Y recordar que las mejores empresas casi nunca hacen contraofertas. Consideran que tratan a sus empleados correctamente y les desean lo mejor si aparece una oportunidad superadora en otro lugar. Si trabajas en una buena empresa, que no te decepcione si no recibes una contraoferta. Pero si la recibieras, tómate un momento para pensar en todo lo que la misma trae.